viernes, 21 de agosto de 2015

Mi cesarea respetada

Quizás estás leyendo esto porque pronto se acerca tu parto, así que para ti es este relato.
"Prepárate para no estar preparada y deja que todo fluya para evitar ser tu misma la peor de las complicaciones."
Si hubiera leido estas palabras quizás mi experiencia la hubiera llevado mejor pero como siempre quiero quedarme con la mejor parte de la historia! y la otra parte,por si te apetece aqui



Ser madre no fue siempre mi sueño, tardé muchos años en conectar con esa parte maternal que dicen toda mujer lleva dentro. Pero lo cierto es que el día que ese instinto me invadió, penetró hasta el tuétano de mis huesos.  Tuve alguna que otra crisis al respecto pues mi cerebro dominó siempre la situación evitando un mal momento para lanzarme de pleno a la maternidad pero era una nueva etapa vital que quería alcanzar y que me hubiera dolido renunciar a ella si fuera necesario.

El día que "mi pequeño Alien" llegó viví una experiencia muy dura pero fue tan mágico que tengo miedo de olvidar todo aquello que sentí.

No quiero olvidar las primeras horas de las contracciones que anunciaban su llegada, bailaba por la casa y cantaba para aliviar el dolor.
No quiero olvidar la tranquilidad de vivir la dilatación en casa, con mi música, mi marido y en completa libertad.
No quiero olvidar a las matronas que tan pacientemente se portaron conmigo y tanto apoyo me brindaron cuando el parto se empezó a torcer.
No olvidaré el dolor.
No quiero olvidar al anestesista que acarició mi rostro durante la intervencion y me regalaba palabras tan dulces que hicieron cálido el frio quirofano.
No olvidaré el minuto de angustia en el que el silencio se apoderó de todos los presentes.
No olvidaré la alegría de saber que Él estaba bien.
La primera frase que dije al nacer fue "Ivan, no dejes de tocarlo, no lo dejes solo"
La primera vez que lo vi, las lágrimas me nublaban la visión, pero estaba en esa caja de plástico transparente, lo sacaron antes de llevárselo y lo pegaron a mi rostro unos minutos y pude besarle y tocarlo. No tuve mi hora sagrada pero la salud del pequeño era más importante.
Desde ese momento no pude dejar de sonreír, di tu que las drogas ayudan también.
No quiero olvidar como mi cuerpo temblaba ferozmente tras la intervención y no paró hasta que mi pequeño fue puesto en mi pecho.
No podré olvidar sus ojos cuando me miraron y su tacto cuando se enganchó a la teta por primera vez.
Se que no olvidaré el amor que me invadió cuando me llevaron a la habitación  y pude ver a Aiden en el pecho de Ivan, un padre completamente enamorado de su hijo.

Tuve la grandiosa suerte de vivir una cesárea respetada, tuve la mayor de las suertes de haber sido elegida por mi hijo para ser su madre. Tengo a un compañero de aventuras fabuloso del que me reenamoro cada noche al ver la paciencia y el amor infinito que desprende.

A pesar de las dificultades, a pesar de las frustraciones, volvería a repetir todo el proceso sin dudarlo ya que este pedacito de cielo en la tierra...lo vale.

Sea cual sea la experiencia de parto que te está esperando...te deseo el mejor de los finales; te deseo una larga y saludable vida para ti y para el bebé y que esta sea, simplemente, la primera de las cientos de aventuras que disfrutaréis juntos.






martes, 18 de agosto de 2015

De como un parto natural se desmorona cual castillo de naipes.

Vivir en Holanda me ha permitido disfrutar de un embarazo tranquilo y sin miedo a un parto violento.
He pasado 40 semanas imaginando como sería el gran día.  He visualizado la habitación que conocimos en la visita guiada del hospital, el traslado y la acomodación, la música, cada detalle de ese momento.  
Me he visualizado soportando ese dolor estoicamente como esas mujeres que se ven en los videos de partos respetados.
Todo esfuerzo mental era poco con tal de prepararme psicologicamente para afrontar el parto con otra mentalidad, alejada del parto con dolor e instrumentalizado al que nos tienen acostumbrados desde hace décadas.  
Llevo años preparándome, concienciandome.
He leído todo lo que ha caído en mis manos con respecto al parto, sus etapas, y he querido profundizar en la materia desde esa visión alternativa que te ofrecen los blogs que versan sobre crianza natural y parto respetado.
Hoy, siete semanas después del parto, con mi hijo al pecho y mis sentimientos y pensamientos más asentados, quiero ejercer mi derecho a pataleta.

Quizás por el tono reivindicativo que se entrelaza en las palabras de estos textos anteriormente citados, quizás por su seguridad o por la autoridad con la que han sido escritos, hoy más que nunca me siento defraudada. 
No por mucha certeza que se tenga en lo que se predica finalmente se tiene la razón absoluta, y esa cantidad de información y esa seguridad solo me sirvieron para vivir con frustración, miedo y tristeza mi parto y mis primeras semanas de maternidad.

No quiero hacer apología de la desinformación, del parto medicalizado ni de los viejos hábitos, pero no dejo de preguntarme como estaría hoy a nivel emocional si no hubieses recibido afirmaciones como las de...que no te rompan la bolsa...no dejes que aceleren tu parto...la epidural afecta en el vínculo entre el bebé y su madre(demonizando el uso de este farmaco)... lecturas acerca de las mil contraindicaciones de la cesarea...los efectos de la falta de la hora sagrada...

Me gustaría que aquellas personas que tienen voz en la Red hagan el ejercicio de releer su contenido desde los ojos de una mujer que sufre complicaciones y ve como punto por punto, ese maravilloso decálogo del buen parto, se desmorona cual castillo de naipes.

Y con esto no digo que no haya un trabajo de divulgación fantástico en cuanto a que un parto que se desarrolla normalmente puede ser una experiencia fantástica y no dudo que por sistema no se deberían realizar dichas prácticas. 

Pero si quiero dejar aquí mi testimonio ya que la presión autoinflingida me hizo recapacitar sobre el como se está llevando a cabo esa tarea y la importancia de revisar esos textos y las formas de comunicar ese contenido.

Mi sugerencia es que escriban teniendo en cuenta que las mujeres que se informan y caen en estas páginas tienen un futuro parto desconocido. Que escriban pensando en la fuerza psicológica del tema que tratan porque ninguna mujer quiere estropear el vínculo con su hijo, ni que su bebé sufra daños psicológicos o neurológicos irreparables y que esas afirmaciones que relatan se convierten en culpa posterior cuando no se han conseguido tales metas.

Tengan delicadeza en la tarea de divulgar cierta información tan sensible que afecta a mujeres en algunos de los procesos vitales más importantes. 
Y aquí les dejo mi historia y entenderán entonces el porque de mi pataleta.

Mis contracciones comenzaron a las 5 de la mañana de un lunes, mi felicidad fue extrema ya que llevábamos una semana extra y valorabamos la posibilidad de una inducción en el caso de que hubiera cualquier contraindicación para esperar a que el bebé iníciase el parto de manera natural.
Saber que mi pequeño estaba de camino me llenó de alegría. 
A las 12 las contracciones indicaban que el momento se acercaba así que llamamos a la matrona.
Aquí en holanda ninguna mujer corre al hospital, llegado el momento tienes que llamar a tu "verloskunde" que comprobará si estás en trabajo de parto o todavía no y llamará al hospital para que te reciban en el momento adecuado.
Llegó, comprobó que el ritmo de contracciones era el adecuado pero tan sólo había dilatado 2 centímetros.  Volvió 3 horas más tarde y el ritmo era el mismo pero la dilatación se había estancado por lo que me explicó que posiblemente era un falso parto. 
Hacia las 18 de la tarde los dolores se volvieron insoportables y no había descanso entre contracciones, la matrona volvió y cuando comprobó que la dilatación seguía estancado sugirió romper la bolsa para ayudar al proceso. (Primera caída de naipes) Yo no quería,  puesto que había leído una y otra vez lo desaconsejable  de este acto pero sugirieron que podría haber algún problema y di mi consentimiento.
Si llego a seguir los consejos de dichos textos no hubiéramos descubierto que las aguas contenían meconio.

Acudimos de urgencias al hospital, adiós a mi sueño de un parto sin intervención médica, mi matrona me deseó la mejor de las suertes y nos despedimos. 

En el hospital empezó mi pesadilla psicológica, no fui capaz de relajarme porque sabía lo que me harían a continuación y no quería que entorpeciesen el parto. 
Había leído tantas veces que confiase en mi cuerpo que no podía desactivar la lucha en mi interior. 
El dolor era tan intenso y profundo que finalmente me rendí a la idea de que era un parto con complicaciones y debía dejar a los médicos realizar su trabajo.
Lucha psicológica que no hubiera tenido de no haber leído tanta información demonizando lo que en las próximas horas estaba a punto de vivir y configurarán el nacimiento de mi hijo.
Primero la oxitocina, luego la epidural, era casi la una de la madrugada y yo seguía con tan sólo 5 cm de dilatación y mi cabeza no paraba de culpar al equipo médico por interrumpir el proceso natural y de culparme por haberlo permitido.

Finalmente la ginecóloga me explicó que debido a que el bebé depósito meconio en el líquido amniótico, las horas de stress que llevábamos a cuestas y que con cada contracción el latido de su corazón baja, era necesaria la realización de un parto por cesarea.

En todo momento me acompañaron en mi tristeza pues entienden que no era mi deseo tener este parto y el equipo se portó de 10 conmigo y con mi marido.

Nos llevaron a quirófano, tomaron nuestro móvil para fotografiar la operación y me animaron con dulces gestos y palabras todo el rato.
Fue uno de los momentos más bonitos maravillosos de mi vida. Otro naipe que se desmoronó. 
Mi hijo no respiró al nacer pero le ayudaron un poquito, mi marido pudo sujetar su manita desde el principio y antes de irse del quirófano me permitieron sentir su mejilla y darle un beso bañada en lágrimas de felicidad.

Terminaron la cesarea con éxito, y siguieron acompañandome con cariño en los minutos siguientes. Cuando todo hubo terminado me llevaron a la habitación donde mi hijo estaba en observación y mi sorpresa mayúscula fue cuando vi a mi marido sosteniendo en el pecho a nuestro pequeño. Pudo sostenerlo todo el tiempo mientras terminaban conmigo así que llegué y en cuanto me lo pusieron en el pecho todo el dolor y los temblores,debido al proceso y la tensión,desparecieron.
Estábamos vivos, sanos y juntos.
Perdí mi hora sagrada, tuve problemas para establecer la lactancia, me practicaron una cesárea, pusieron oxitocina y la epidural en mi organismo, rompieron la bolsa...pero lo que realmente importa es que tengo toda una vida y salud para compensar cualesquiera que sean los efectos que todo esto conlleve. 
Pero he tardado siete semanas en escribir al respecto, he tardado siete semanas en gestionar mis emociones.
He llorado y aun a veces lloro por lo mal que me siento sobre las consecuencias de este nacimiento en el futuro. 
Me hubiera gustado leer palabras alentadoras que quitasen el peso de la culpa de un parto como este. Palabras dulces como las recibidas por el equipo en la sala de operaciones.
Palabras que no me hubiesen torturado en cada decisión que tomamos durante el parto.
Dicen que la ignorancia es la felicidad y siento que hubiera sido muy feliz de haber ignorado tal información.  Pero se que esa no es la solución, es necesario un cambio en el enfoque de la maternidad y eso no lo pongo en duda por ello pido simplemente que la próxima vez que demonicen una cesárea recuerden que hay mujeres que sobreviven gracias a ella. Cuando sienta la tentación de explicar las nefastas consecuencias del uso de la epidural recuerde a sus lectoras también que en el caso de ser necesaria, que no se angustien,  es mucho mejor tener a su hijo sano entre sus brazos que a negarse a su uso y aumentar el riesgo de salud fetal.
Mi próxima entrada tendrá un tono muy similar pero en este caso sobre la lactancia, y es que hay personas que no son conscientes del poder de las palabras y si algo estoy aprendiendo en mi maternidad es que no es oro todo lo que reluce y estos textos sobre esta temática no están preparados para abarcar las millones de casuísticas a las que pueden afectar.
Sin más... una aprendiz de madre se despide hasta el próximo post.